jueves, 2 de septiembre de 2010

La lista de Schindler

Acabo de encontrar este escrito mío en una de mis carpetas ¿Por qué no lo había subido?
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Yo no sé de ningún familiar mío que haya muerto en la II Guerra Mundial (República Dominicana apenas tomó acción en ésta), pero siempre me ha tocado la historia de los millones de personas que perecieron en los campos de concentración. Hace unas semanas estuve viendo la lista de Schindler con mis compañeros de curso. Como es muy larga solo llegamos a ver como una hora de la película. Creo que la terminaremos de ver en las siguientes clases de inglés. Al saber que película era, me sentí muy feliz de que mis compañeros pudieran ver un pedazo de la historia. Nunca había visto la película, pero sabía de qué trataba. Esperaba que mis compañeros se sensibilizaran con la cruda realidad de la guerra y las injusticias y atrocidades que fueron cometidas. ¡Qué equivocada estaba!
Comenzamos mal. Alguien preguntó que qué eran campos de concentración. Al principio no me alarmé, a pesar de que estoy en segundo de bachillerato y el año pasado nos habían dado historia universal. Se lo expliqué a mi compañero, orgullosa de saberlo (Si…soy un poco presumida :D ). Después otra chica de mi curso preguntó que por qué los alemanes hacían eso. Yo, cómo buena compañera de curso, procedí a detallarle la política antisemita de la Alemania Nazi. Hasta aquí, todo iba bien, relativamente. Me sorprendió que mis compañeros no supieran cosas básicas de la Historia, pero todavía quedaba mucha película por ver. Luego llegó la escena de los progroms, cuando los alemanes se metieron al getto judío. Y ahí comenzó mi decepción. Mis compañeros se rieron. Si, como usted lo está leyendo, silente lector, se rieron. Se rieron porque la sangre salía a chorros de las cabezas de los actores. Se rieron porque la gente se escondía hasta en pianos para salvar su vida. Se rieron porque, al ejecutar a una mujer judía, la pobre señora recibió un balazo en la cabeza y rebotó en el piso. Se rieron. ¡Qué pena! A riesgo de sonar como una joven amargada y “vieja”, voy a decir lo siguiente: Mi generación está podrida. No le da importancia a nada que no sean cosas banales y pasajeras. Que decepción…

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