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martes, 7 de septiembre de 2010

ESPAÑA 1- ARGENTINA 4

Así terminó el segundo partido amistoso del campeón mundial. Una pequeña reseña del partido:
Los primeros minutos España tuvo posesión del balón. Pero era una posesión aletargada, sin altitud ni velocidad. Luego, Tévez avisó que los argentinos no se iban a dejar amilanar por el campeón del mundo, haciendo un disparo que, si no recuerdo mal, fue desviado por Reina. En el minuto 10 Tevez y Messi se colaron en una defensa española lenta y desordenada y “La Pulga” metió un gol de bombita. Yo culpo a la defensa y al portero. 3 minutos después, Higuaín repite la hazaña de Messi. Y no se cuántos minutos después, Pepe Reina, al intentar despejar una pelota, resbala y Tévez, atento y bien posicionado, marcó el 3 a 0. Así se fue el primer tiempo.
Al inicio del juego, la actitud de España era: “Jolines, tío. Tener que viajar tanto es la Leche. Demasiados entrenamientos y viajes en estas últimas semanas. Y ahora tenemos que estar aquí jugando…menuda porquería”. Luego de los 3 goles, cambió a: “¡ #%&$ TÍO! Menuda goleada nos están dando. Mejor empezamos a movernos antes de que seamos el hazmerreír mundial”.

En el segundo tiempo, España se puso las pilas y el DT Del Bosque hizo 4 cambios. Se fueron Reina, Silva, Villa (T_T) e Iniesta y entraron Valdés, Navas, Llorente y Cazorla, respectivamente. El segundo tiempo fue mejor para la Roja, y se jugó prácticamente en la portería argentina pero aún así faltaba alguito (presumo que puntería y suerte). En el minuto 56 le dieron pa’ fuera a Fábregas y entró Xavi Hernández. Luego, en el 71, entró Pedro por Xabi Alonso. Los cambios de Del Bosque surgieron efecto y pronto España se activó. ¡AL FIN! La Roja consiguió un gol de la mano de Llorente en el minuto 84. Sin embargo, Argentina, en el minuto 90 conseguiría tener su 4to gol. Cómo hincha de La Roja me duele el corazón XD. Miren si el segundo tiempo fue genial para la Roja:

(Los puntitos azules son los disparos de España, y los amarillos los de Argentina)

España tuvo 22 disparos, de los cuales 4 fueron al arco. Argentina 7 disparos, de los cuales 6 fueron al arco. Aquí hay una gráfica que lo ilustra mejor:




Si a usted, como a su humilde servidora, el resultado lo dejó WTC???? O.O, he aquí mi intento de subsanar la goleada española (algo prácticamente imposible, pero…):

1- Jugadores cansados: El viernes España estuvo jugando en Lichenstein (pequeñísimo país del centro de Europa, de cuya existencia no sabía nada hasta el viernes) y el sábado, me parece, partió para Argentina. También, estamos en plena liga española, dónde juegan la mayoría de jugadores de la Roja. ¡Todos esos viajes y entrenamientos tienen que hacer mella en el desempeño! ¿No? D:

2- El DT Del Bosque no mandó a la artillería pesada. Era un equipo mixto de titulares y suplentes. Más que nada suplentes.

3- Mala suerte. No de verdad…¡22 disparos y sólo 4 fueron a parar al arco! Y de esos 4, sólo 1 fue gol. O España tuvo pésima puntería y mala suerte o Argentina tuvo una defensa brillantísima. También está el infame resbalón de Reina D:

4- Partido amistoso. España no tuvo la motivación suficiente, al menos hasta que fue muy tarde.

5- Y la última, y quizás la más sensata: No siempre se puede ganar. Duele, pero es verdad.


A los hinchas de la Furia Roja sólo nos queda como consuelo que, como era un amistoso, y que esta derrota no significa nada...


Imágenes, cortesía de http://espndeportes.espn.go.com y PEINT de Microsó :)

viernes, 23 de abril de 2010

Gofio, gazpacho y Fútbol

Esta es una redacción que debe tener como un año. La tenía escrita en un cuaderno y me animé a subirla y a redactalarla un poquitín. ¡Aquí les va!:

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La idea de este “escrito”, por falta de una mejor palabra, pertenece en su totalidad a mi padre. Estábamos un sábado en nuestro “cibercafé”. El susodicho no es más que la “oficina” (que durante un tiempo no fue oficina, pero que el nombre está ahora totalmente justificado). Desde que la empresa familiar decidió mudarse de locación, nuestra escalera se ha llenado con toda suerte de aparatos bohemios, que excitan la imaginación de las personas, y a “la oficina” han ido a parar todas las computadoras de “la nave” (el antiguo local de la empresa familiar, que debería llamarse oficina) hasta que la mudanza acabe. Ahí estábamos mis padres y yo. Mamá mataba la parsimoniosa tarde soleada mirando gráficos de bordados en Internet. Yo intentaba escapar de mis deseos de salir de casa jugando en el ordenador. Para mí los sábados son días agradables, sin embargo, son también algo monótonos y metódicos, aún cuando en mi casa el 7mo día es conocido como el día de “comida alternativa” (eufemismo para: mejor acábense las sobras porque no quiero cocinar y no quiero que los sobrantes se pudran). Mientras yo y mi madre entumecíamos nuestras masas encefálicas con distracciones banales, mi padre de hecho hacía algo útil para el mundo: trabajaba. Entretanto que el hablaba por su celular, yo, que soy muy entrometida y tengo una habilidad casi fantástica para oír conversaciones ajenas mientras estoy “despistada”, capté que mi padre dijo la palabra “guay”. Para aquel que no esté familiarizado con el léxico español, guay es el equivalente de “chulo”, “bonito”, “bueno”, “bien”. Después de esto siguió una pausa a la verborrea de mi padre, e intuyo que durante ésta, el interlocutor le preguntó que significaba “guay”, pues mi progenitor le dio la explicación arriba mencionada. Segundos después la conversación de negocios concluyó. Yo, como servicial hija que soy, sumamente interesada en los asuntos de su padre, le comenté que se le había salido una palabra española. Desde ahora citaré tan fielmente como mi memoria me lo permita la conversación que siguió a este comentario. Va así:

-¡Pero claro! Si tengo una hija española- contestó mi padre.

-¿Pero que tontería es esa?- dijo mi madre -Irina no es española, ¡es dominicana de pura cepa!- A lo que yo comenté algo que no recuerdo y que tiene poca importancia. Mi padre dijo:

-¡Claro que es española! Si su (y a continuación dijo un término relacionado con el embrión y las células muy largo para escribir y entender) se alimentó de puro gofio, gazpacho y fútbol- Y después mis progenitores duraron un rato recordando esos primeros 4 años en Tenerife, cuando vivieron allá con mi hermano mayor y cuando yo no era más que un pensamiento. Y después, mientras todavía vivían en Tenerife, ese pequeño pensamiento se volvió un aún más pequeño cigoto.

Luego de esta conversación mi padre me sugirió que escribiera sobre el gofio, el gazpacho y el futbol y aquí estoy (conviene aclarar que mi padre está orgulloso de nuestra nacionalidad e identidad cultural y que sólo dice lo de España para bromear).


Comenzaré mi escrito para abordar el fascinante tema del gofio. Generaciones anteriores de dominicanos y canarios lo conocen. El gofio no es más que harina tostada de cereales a la que se puede o no echar azúcar y se vende en cucurucho. En mi país, República Dominicana, está relegado a ser un caramelo inusual y poco apreciado. Todo el mundo sabe lo que es, pero raramente se menciona. Está destinado a llenar una ínfima parte de los anaqueles de los colmados y a que no le presten mucha atención. Para los españoles, no obstante, es un complemento bastante versátil. Se usa para agrandar (aunque algunas personas prefieran el término “enriquecer”) sopas y caldos, asados, purés y carnes. Algo singular que le gusta hacer a los gamberros y bromistas de ambos países es poner una considerable cantidad de gofio en sus bocas, buscar a un desafortunado individuo y, justo en su cara, decir “gofio fiao”. El resultado no puede ser más desagradable o cómico (depende de cómo se mire): El recibidor de la broma acaba lleno de gofio y saliva.


El gazpacho, por su parte es una bebida estival compuesta por vegetales licuados y se sirve fría. Entre los españoles, este siniestro intento de batida es muy popular y distinguido, pero para los dominicanos no pasa de ser ensalada licuada.


Y por último, abarcaremos el tema del fútbol. El fútbol es el deporte rey en España y varios países del mundo. Es un deporte que mueve a millones de fanáticos, o, como se les conoce en la jerga del fútbol, “hinchas”. Pocas cosas hay más gloriosas que ver al equipo que uno apoya meter un gol en la portería del equipo contrario. Me contó mi mamá que, cuando estaba en el confortable mundo de su panza, vivíamos cerca de un Estadio de fútbol en las Canarias y que desde el techo del edificio ella podía oír y ver a miles de hinchas gritar cuando había partidos. ¡Tal vez de ahí viene mi afición al fútbol!